Zapatos sucios ¿Cómo podía pensar que puedo llorar a mis 28, por haber tenido los zapatos de la escuela sucios? Un amigo me dijo que a mis 28 debo llorar por las cosas que no he llorado en mis 28 años, y que si esa es una de las cosas, no hay problema en hacerlo. "Llorar es lo mejor del mundo" me dijo una amiga; "Yo amo llorar. No hay razón estúpida para llorar. Si uno quiere llorar, llora y listo." Todo comienza con mi problema al momento de ver a los ojos, evito hacerlo, no puedo mantener decentemente el contacto visual. Cuando hablo con alguien, lo miro a los ojos un segundo y desvío la mirada seis. Y me acuerdo de algo; desde niña evitaba el contacto visual, no me gustaba cómo me miraban. Yo siendo chiquita se supone que debí acostumbrarme a mirar arriba, pero nunca pude porque... Ya sabes lo que les pasa a algunos niños, como a mí Siempre me daban coscorrones, me pisaban, me miraban feo por ser, diosmio, no sé, ¿Chiquita y fea? Hasta hoy no tengo la respuesta.
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Barro en los ojos Volví a pensar en él antes de que pudiera darme cuenta, ella debió haber notado algo en mi mirada ya que preguntó medio alarmada - ¿Qué pasó? Todavía con lo mismo ¿Es por él? - no pude responder, y las lágrimas llegaron a mis ojos. - Noo, no vale la pena. Ay, pensé que ya eso era pasado - dijo, alargando el brazo para consolarme. - No es por eso. Nadie lo entiende. – contesté al mismo tiempo que contraía y alejaba mi cuerpo de su alcance. ¿Cómo podía explicar el miedo que le tenía a cualquier roce? ¿Cómo explicar todas las pérdidas que llegaron con él? ¿Cómo iba a ser pasado que alguien osara a robar mi virtud? ¿Cómo podía dejarlo atrás si cada vez que trataba de empujarlo fuera, mis manos atravesaban en el aire su imagen? ¿Cómo iba a ser capaz de decir en voz alta que nunca estuve dispuesta, que me detuve por una salida, que quería desaparecer para el resto de los hombres y esconderme entre los árboles? - Entonces explícame - soltó ella. - Ya es tarde. Ya todo el mun
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Un Agosto puede parecer corto si no viene cargado de penas. Pero mi Agosto vino acunando un entero cataclismo. En Agosto puedes recibir golpe tras golpe, puedes orar y deshojar la fe dos horas después, puedes ver como un ave se te va de las manos, puede ser la última vez que veas a un amigo, puede cobrar más sentido aquella frase del libro que leíste donde alguien menta la muerte el día del nacimiento, puede una noticia asustarte y encerrar una completa colección de hecatombes… es que hay Agostos que parecen tan eternos cuando se van y nos dejan tantas desdichas. Sé que ya hace meses dejó de ser Agosto , pero es que a veces, en las noches sigue atrasado mi calendario.
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Yo sabía que no estaba totalmente dormida, pero de alguna manera no encontraba la fuerza que me ayudara a despabilarme por completo, entonces ahí estabas: en mi sueño, fuiste un ave, ya querías cambiar de sitio, la jaula de la tristeza era muy pequeña, no cabías en ella, entonces pasaste a una más grande donde eras más libre y sin necesitar otro sitio porque justo donde estabas era tu propia tierra santa, te aferraste a esa casa y cerraste los ojos: eras un ave. Y yo no entendía, te juro que no entendía, hasta que escuché desde fuera de la conciencia cómo mi mamá decía “Parece que se murió” y ya no era un sueño, porque tú eras el ave, el que cambió de hogar cuando te dejé ir de mis manos. Ahora me pregunto si la muerte sabe de azar, de apellidos, de calendario… o si hay que enseñarle que con un solo tiro al blanco, ya puede derrotarnos. Dios! Faltaban menos de 4 días para verte, y ahora debo esperar a la eternidad. Faltaban 4 días. Faltaban cuatro, y solo pasó uno, sol
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Hace años, me acuerdo; buscaba tu letra, tu tinta, tu imposición. Pero el acto final estaba encima, ya no nos quedaba tiempo, no pude ver tus manos levantándose sobre mi cabeza y no pude regalarte la sonrisa que imaginaba. Fue hace años, me acuerdo. Y esta vez de muy mala gana se me repite la historia, llegué muy tarde a la voluntad de Dios, mi fe derramada no bastó para hacer una variable en su plan, era definitivamente otro acto final, y de nuevo, apenas un par de horas después, sin agujas para la anestesia, se acabó y me hirió el tiempo. A mi tío Domingo "Dominguito", que ya descansa en Dios.